domingo, 5 de septiembre de 2010

Mi mejor regalo

Recuerdo aquella vez cuando… tenía 15 años y mis padres me regalaron un viaje en crucero a Europa. Días antes de esta sorpresa tenía un gran presentimiento, era muy extraño y nunca había sentido eso, no sabía si era los nervios de no ver a mis padres y estar distantes de ellos o si era que nunca más los volvería a ver.

Al ir subiendo al crucero me encontré con la sorpresa de ver a él, un chico guapo y sentí un presentimiento, era el mismo que había tenido anteriormente.


Llegue a mi cuarto y desempaque mi maleta, en ese instante abrieron la puerta del cuarto y me saque de onda, al parecer era mi compañera de habitación. En ese momento nos presentamos, ella se llamaba Cecilia, fuimos a dar un recorrido por el crucero, era hermoso y deslumbrante.


Pero lo que más me llamaba la atención, era que el chico guapo que yo había visto, se acercaba. Por un momento pensé que venía hacia mí.


-¡hola!- dijo él.


-¡¿Cuánto tiempo sin verte?!- lamentablemente no se dirigía a mí, si no a mi nueva amiga Cecilia. Mientras ellos platicaban, no veía el momento en que mi amiga me presentara, pero cuando me di cuenta el ya no estaba.


Pasaron apenas unos cuantos días y no dejaba de pensar en el, me imaginaba el momento en el que me saludaba, platicábamos y yo quedaba sin esas dudas que tenía desde que lo vi cuando subía al crucero.


Por la mañana, al salir del cuarto me tope con él y entre miradas el dijo:


-¿tú eres la amiga de Cecilia verdad?- me pasaron mil respuestas por la mente para poder entablar una plática con él y dije la que menos esperaba… y de repente.


Toda esta conversación había sido un sueño, me decidí a hablarle este era mi último día y no pensaba desperdiciar la oportunidad.


Salí de mi habitación, dirigida hacia el restaurante, ahí fue cuando lo vi platicando con Ceci. Decidí hacer como si fuera a pedir algo, tal vez así podría platicar con él.


-Tardes buenas, ¿Qué desea pedir?- dijo de una manera extraña, como tratando de buscar las palabras correctas.


-Buenas, me podría dar – su nombre pensé- fruta picada.


-Claro, disculpe señorita. ¿Puedo hacerle una pregunta?- dijo aquel muchacho que tanto me había atraído desde el primer momento en que lo vi.


- Claro


- He notado que te llevas bien con Ceci, eres como uña y mugre con ella- no lograba pronunciar bien las palabras con la letra “R” así que supuse que no era de aquí.


-Sí, es mi compañera de cuarto, y dime ¿cómo te llamas?- le pregunte era lo único que quería saber.


- Me llamo Alexander, perdón si no hable bien el español, pero no ser de aquí- dijo con cara de pena.- ¿y tú?


-Dalia, ¿de dónde eres?- le pregunte, quería saber más acerca del chico guapo que ahora sabía que su nombre era Alexander.


-De Texas, pero quería salir de mi ciudad natal.


Pasamos mucho rato platicando, hasta que me di cuenta que era la última vez que lo vería, pues terminando este viaje, se cambiaria de crucero hacia Argentina.


El era mi mejor regalo de quince años, conocer a Alexander, aunque me llevaba por lo menos 3 años de diferencia de edad, no importa, lo recuerdo con mucho afecto.


Desde entonces no lo he vuelto a ver.


Ahora más que nunca se que ese fue lo mejor que me ha podido pasar.

Lorena Zavaleta Rivera y colaboradores